Fuente foto: abolutbadajoz
Que la Plaza Alta de Badajoz forma uno de los rincones con sabor más genuino de La Raya es innegable. Durante años la decadencia, el abandono y la degradación se apoderó de dicha plaza. Afortunadamente la reacción de la sociedad civil pacense, exigiendo la recuperación de uno de sus espacios más emblemáticos obligó a las autoridades a dar algunos pequeños y titubeantes pasos para su recuperación. Hoy dicho espacio está recuperado, pero por desgracia para La Raya, la Junta de Extremadura, verdugo incorregible, ha supuesto durante todo este tiempo una pesada losa para la recuperación de dicho espacio.
Para empezar tenemos el deterioro de las casas coloradas, nada más rehabilitarse la Junta de Extremadura propietaria de dichos inmuebles, los cedió a la Sociedad Pública del Alquiler, dependiente del ministerio de la vivienda de la ministra Extremeña Trujillo, otra de las implicadas en que la Plataforma Logística del Suroeste Europeo sea hoy día un solar.
Bien, dicha cesión se realizó sin acondicionar las casas lo más mínimo, la mano de pintura juntera no pudo disimular la ausencia de aire acondicionado, las goteras, humedades, o las ventanas que dejan pasar el aire al interior de las viviendas. El resultado no ha sido otro que los ciudadanos pacenses, que habían llegado a tener lista de espera para habitar las casas coloradas, las hayan abandonado por sus funestas condiciones, dejando a la plaza sin vida.
No acaba aquí la cosa, los locales de la Plaza Alta rehabilitada suponían toda una oportunidad de recuperar el centro histórico de Badajoz, comercios, mesones, tiendas de artesanía... lo que se puede esperar de los cascos históricos de cualquier ciudad. Para desgracia de la ciudadanía pacense la Junta de Extremadura tenía otros planes, quedándose los locales para la sociedad encargada de gestionar la Plataforma Logística, inexistente 10 años después, y para la asociación de vecinos y un centro de flamenco autonómico.
Por tanto nos encontramos sin vecinos, y sin locales comerciales en la Plaza con más solera de Badajoz.
Pero no acaba aquí la cosa, y es que por no tener, la Junta de Extremadura decidió cerrar meses después de su apertura, el Centro de Flamenco que había ubicado en dicha Plaza Alta, por falta de presupuesto.
Se cerraba el circulo por parte de las autoridades extremeñas, lo que era una rehabilitación sencilla para devolver la vida al centro histórico pacense se convirtió en unas casas inhabitables, unos locales apropiados por parte de La Junta arrebatandoles su tan necesaria vida comercial, y unos centros administrativos cerrados o vacios recien abiertos.
Si a todo esto le añadimos el robo de la escuela de Hosteleria a una semana de su apertura, una Plaza de San José con el convento de las adoratrices a medio pintar por parte de la Junta extremeña, y unos jardines de la Galera cerrados a cal y canto por los derrumbes fruto de treinta años de mantenimiento inexistente por parte de las autoridades autonómicas, no podemos menos que lamentar y condenar el ostracismo y abandono al que se ve sometido el corazón de Badajoz una decada después de su recuperación.
Todas estas actuaciones negligentes y negativas para el entorno de la Plaza por parte de las autoridades extremeñas no pueden ser casualidad, una puede serlo, dos es improbable, todas no es casualidad, es causalidad. No somos Extremadura.
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